Ante el nacimiento de un nuevo multilateralismo

 Nota publicada en el suplemento Comercio Exterior del diario La Nación de Buenos Aires, el día 12 de marzo de 2013. Se trata de un relevamiento de opiniones requeridas a distintos académicos y profesionales, efectuado por María Florencia Carbone.

Un párrafo inicial indica el contenido esencial de la nota: “Con la decisión de Estados Unidos y la Unión Europea de comenzar a negociar un TLC queda en claro que la prolongación de la crisis es un hecho y que las grandes potencias pretenden escapar de la modorra que impone Doha”.

Al ser consultado Marcelo Halperin, miembro del Instituto de Integración Latinoamericana de la Universidad Nacional de La Plata, el mismo dijo a la periodista que “no cree que deba interpretarse a los TLC de última generación como si fueran mecanismos generadores de desarrollo, o siquiera de crecimiento económico. Cumplen (nada más y nada menos) una función de supervivencia. De ahí su valor: permiten ordenar las relaciones comerciales y económicas en el fragor de la globalización” Y agregó: “son códigos extensos y minuciosos que no inducen, pero tampoco se oponen a la economía global: cabalgan sobre ella. La economía global genera efectos indeseables que necesariamente deben ser asumidos por cada Estado, pero negociando con otros Estados. Y negociar significa disposición para concertar reglas abarcando cuestiones que cada uno, a la luz de una percepción interna, interpreta como sus puntos sensibles. Los acuerdos reflejan esta concertación de vulnerabilidades mediante la consagración inicial de límites recíprocos y mediante la fijación de múltiples foros para asegurar la continuidad de negociaciones en el futuro”.