ANEXO V: Referencia al equívoco que suele difundirse acerca de las características de los TLC

Parece oportuno recordar que desde las usinas tecnocráticas que reflejan el pensamiento de los defensores a ultranza del “multilateralismo”, los TLC fueron inicialmente objeto de repulsa por representar lo que se consideró un recurso “proteccionista”. Pero al difundirse de manera exponencial, pasaron a ser considerados como exponentes del “libre comercio” y, como tales, susceptibles de una convergencia progresiva. Ésta última es una lectura superficial y muchas veces tendenciosa. Si bien estos tratados exhiben cláusulas que reproducen los principios multilaterales (básicamente, NMF y TN), constituyen plataformas a través de las cuales los Estados signatarios intercambian todas las medidas necesarias para garantizarse recíprocamente la protección de actividades productivas de bienes y servicios, de organismos y jurisdicciones territoriales a la que cada uno de esos Estados asigna una sensibilidad particular. Recuérdese, al respecto, que si bien los distintos nomencladores abarcan el universo de la materia transable (que hoy día incluye a las actividades internas), sólo una pequeña parte de los numerosos descriptores de bienes y servicios tiene significación relevante (en términos cuantitativos) para las economías nacionales. De ahí la engañosa imagen de apertura a los mercados que proporcionan estos códices para un lector desprevenido al sumar las posiciones arancelarias ofrecidas.